15/2/13

Donde viven los monstruos





A veces, sucede a medianoche que crece un bosque en mi habitación y me adentro en él para olvidar, para correr, para reír, para soñar…
Donde viven los monstruos, Maurice Sendak, 1964. Tal vez uno de los primeros álbumes ilustrados, aunque no de forma explícita; pero como el mismo autor reconoció:
 "A pesar de que cuando escribo no tengo a los niños presentes en mi mente, descubrí hace tiempo que ellos son la mejor audiencia”.
El libro fue una revolución en su época, pero Sendak no se dejó intimidar:
“Hay toda una teoría relativa a la infancia de la cual todos parten y cuando se trata de un libro ilustrado, tratan de descubrir si se han seguido las 'reglas' acerca de lo que se supone es correcto y saludable para los niños. (…) Los niños son mucho más universales en sus gustos y pueden tolerar ambigüedades, peculiaridades y cosas ilógicas. Llegan a su inconsciente y las enfrentan lo mejor que pueden.
La ansiedad proviene de los adultos que sienten que el libro debe acatar un conjunto ritual de ideas acerca de la infancia, y se sienten inquietos si este acatamiento no se cumple. Un conflicto muy importante se suscita porque el artista no tiene en cuenta reglas específicas. El artista tiene que ser un poquito desconcertante, un poquito salvaje y un poquito desordenado. Este es el arte de un artista. Pero los artistas tienen dificultades porque se involucran en uno de los negocios más estirados, más rectos: el negocio de la infancia.
Muchas personas están empeñadas en proteger a los niños de lo que creen peligroso. El artista genuino tiene la misma preocupación. A pesar de esto su obra puede no responder a lo que los especialistas manifiestan que es correcto para los niños. El artista pone elementos en su obra que vienen de lo más profundo de sí mismo. Los toma de una vena peculiar de su infancia, siempre abierta y viva. Este es un don especial. Él comprende que los niños saben más de lo que la gente supone. Los niños están dispuestos a enfrentarse con temas dudosos que los adultos quisieran que no conocieran.
Si un libro no sigue el trayecto de lo que el especialista considera correcto, es un mal libro para niños. De manera que los que hacemos libros ilustrados somos condenados más fácilmente que otros artistas creadores porque tratamos con sujetos tan delicados: los niños. Nosotros debemos proteger a los niños y sin embargo no están protegidos de otras cosas. No están protegidos de la terrible televisión. Nadie los protege de la vida porque es imposible hacerlo. Todo lo que tratamos de hacer seriamente es hablarles acerca de la vida. ¿Qué hay de malo en esto? Y, de todas maneras, ya saben de la vida."
De hecho, tenía las cosas muy claras:
“El elemento básico es la honestidad. Sobre cualquier texto que se trabaje, sea realista, fantástico o de ciencia ficción, debe comenzarse con una base de honestidad. Se debe decir la verdad al niño acerca del tema tanto como sea posible, sin mitigar esta verdad. Hay que reconocer que los niños son personas pequeñas y valientes que se enfrentan cada día a una multitud de problemas, tal como los adultos; que no están preparados para muchas cosas y que la mayoría anhela encontrar un poco de verdad en alguna parte.”
Muy recomendable su lectura y reflexión, porque la escasez de texto no es sinónimo de falta de contenido; también ver la película. Delicioso. Hay que ser un genio para hacer un retrato tan sencillo y exhausto sobre la infancia, los miedos, la huída, los sentimientos encontrados, la imaginación y el retorno. Lo que podríamos llamar un todo en uno.



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