6/2/14

De bibliotecas y otras cosas


La vuelta a Nunca Jamás ha sido también la vuelta a la biblioteca. Empecé a ir con 9 años y han sido pocos los periodos en los que he dejado de hacerlo. Recuerdo que llegó un momento en que había leído todos los libros de la zona infantil y juvenil (bueno, todos, todos, no; pero casi todos sí, por aquel entonces no era un sitio muy grande), y la bibliotecaria me ayudó a elegir mi primer libro de la de adultos. Ahora las bibliotecarias no se levantan de su mesa, pero la que había en aquella pequeña biblioteca de mi infancia incluso me ayudó a hacer los deberes alguna vez (sí, era una niña repelente que hacía la tarea del colegio en la biblioteca con 1o u 11 años).
La cosa más graciosa de todo esto es que el culpable de ese hábito fue mi hermano pequeño, que un buen día se empeñó en que nos teníamos que hacer socios, cosa a la que mis padres accedieron encantados, y eso que por aquel entonces creo que había que pagar una cuota anual de unas 500 ptas. (ainsssss, demasiado tiempo sin escribir esta abreviatura). Total que le duró la fiebre dos semanas y no volvió a aparecer por allí, de hecho creo que habrá leído un máximo de 10 libros en toda su vida...
Fui yo la que poco a poco llevé a casi todas mis amigas del colegio a la biblioteca, la que las animaba a que se hiciesen socias para leer los mismo libros, para hacer la tarea juntas, incluso para quedarnos encerradas en el ascensor (esto sólo pasó una vez, pero niños, no salteís dentro de los ascensores).
Es verdad que ahora la uso más como videoclub, porque como muchos tengo la fiebre del libro, y me encanta comprarlos (tengo una cantidad vergonzosa sin leer). Pero eso no quita que de vez en cuando coja algo, sobre todo novelas gráficas.
Un día encontré el recibo de otro lector. Me pareció gracioso ver quien más había cogido prestada aquella película, un desconocido con el mismo gusto que yo. Y fue todovía más curioso cotillear qué otras cosas se había llevado. Desde entonces, cada vez que gojo algo de la biblioteca tengo la ilusión de encontrar un recibo ajeno y, de hecho, he empezado a "olvidarme" los míos. El otro día me llevé El nombre de la rosa (en italiano), y descubrí que dos meses antes un tal señor Bozzano lo tuvo en sus manos, y junto a él, nada más y nada menos que La coordinación en el fútbol: una nueva propuesta de ejercicios de entrenamiento. De lo más interesante, ¿no? 
Y estando en estas "tontás", intentando sonreír con las pequeñas cosas de la vida, ha sucedido el milagro: tengo trabajo. Y por si eso no fuera suficiente, por fin voy a ejercer la profesión para la que me diplomé hace ya más de 7 años, cosa que sinceramente no esperaba (y por eso estoy estudiando otro grado). Todavía no me lo creo y estoy esperando que me llamen para decirme que es una broma de la radio. Pero me estoy empezando a convencer de que estas cosas también pueden pasarme a mí. Y si me pasan a mí, pueden pasarle a cualquiera. Así que, por favor, sigan soñando, sigan luchando por lo que quieren, algún día se hará realidad.

4 comentarios:

  1. Me alegro muuucho de la noticia :)

    Y me ha encantado la historia de la Biblioteca. Yo también he vuelto a la biblioteca de mi infancia, y ha sido bonito. Una pena que hayan quitado las "tarjetas" donde se firmaba cuando te llevabas un libro... ains...

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  2. ¡Espero que te vaya muy bien en tu nuevo trabajo!
    Me ha encantado la entrada.

    ¡Un beso!

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